Edades de los árboles y del sol

Edades de los Árboles
Para sustituir la luz de las lámparas, Yavanna sembró los Dos Árboles de ValinorLaurelin y Telperion, que iluminaron Arda con luces doradas y plateadas. Fue durante este período cuando los Elfos despertaron en Cuiviénen y fueron conducidos por Oromë a Aman, pero hubo algunos que no llegaron a él o rehusaron hacer el viaje, conocidos como los Moriquendi, siendo los Teleri los que no pudieron llegar a Aman y los Avari los que no quisieron llegar. Fue en este tiempo cuando Melkor esclavizó a algunos y Elfos y se dice que los corrompió, convirtiéndoles en Orcos. Esto provocó su encadenamiento en las Salas de Mandos durante tres edades. Una vez logró salir, se vengó de los Valar derribando a los Dos Árboles con la ayuda de Ungoliant, robando los Silmarils creados por Fëanor con la luz de los árboles y huyendo al norte de la Tierra Media, donde construyó la fortaleza de Angband. Arda se oscureció por largo tiempo, y las Edades de los Árboles concluyeron.
Edades del Sol
Primera Edad
Varda consiguió crear el Sol y la Luna para que iluminaran Arda, pero su luz nunca se llegó a comparar con la de los Dos Árboles de Valinor. Fëanor, el más importante de los Noldor, enloqueció por el robo de los Silmarils por parte de Melkor, y fue junto a muchos de los Noldor a la Tierra Media, para recuperar los Silmarils. Sin embargo, Melkor (llamado ahora Morgoth por los Noldor) consiguió derrotar a Fëanor y a sus hermanos. Los Noldor que sobrevivieron emigraron a Beleriand, donde fundaron varios reinos junto con los Sindar, que ya tenían uno en Doriath. Años más tarde llegaron los Hombres, que aunque ayudaron a los Elfos en las luchas contra Morgoth, no consiguieron derrotarle. Sólo Beren, con la ayuda de Lúthien, consiguió recuperar un Silmaril. Morgoth acabo dominando casi todo Beleriand, y Eärendil, un Hombre marinero, navegó a Aman para pedir ayuda a los Valar. Éstos arrojaron a Morgoth en la Puerta de la Noche , donde quedará hasta la Dagor Dagorath. Beleriand fue inundado por las aguas del mar, y no quedo nada de él excpeto algunas de sus montañas, que se convirtieron en islas.

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